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ANJ: Cuando inauguramos el monumento, como está el cuchillero ofreciendo una navaja, pues a los pocos días me dice: “Amós no me gusta la navaja esa en la mano, la van a cortar catorce veces. Y le digo: “Manolo, me apuesto lo que quieras que ese monumento no lo toca ni Cristo, ni lo van a ensuciar, ni lo van a romper, ni nada”, pero, no obstante, a Dios rogando y con el mazo dando.